A.L..- Los hombres también lloran y hasta sufren
maltrato de sus parejas. En casos extremos, hasta mueren. Son menos que las
mujeres, pero haberlos, “haylos”. El último caso que ha trascendido
mediáticamente sucedió hace sólo cuatro días, en la localidad granadina de
Guadix, cuando un hombre de 50 años acabó asfixiado a manos de su esposa
cubana, de 48, según ella misma confesó a la Guardia Civil.
Pese a que la lacra se da también al revés, la
Administración no ha dispuesto, para los hombres y víctimas que carecen de
recursos, ningún tipo de asistencias en sus programas sobre la igualdad. De
modo que el calvario que sufren es doble porque a la falta de una red
asistencial hay que sumar la vergüenza que les da confesar que una mujer les ha
superado y que los demás piensen que son unos «calzonazos».
Cuando piden ayuda, desde las mismas entidades
públicas les envían a otras de carácter privado sin ánimo de lucro como es el
caso de la Fundación Centro de Orientación Familiar Virgen de los Reyes, en
donde su directora, Oliva Luque, destaca que en 2009 tuvieron un aumento
importante de hombres que acudieron a ellos pidiendo ayuda. «La mayoría han
sido maltratados psicológicamente y algunos físicamente por sus parejas. Vienen
a nosotros porque, según cuentan, no hay entidades públicas ni privadas a las que
acudir para ser atendidos. Por el hecho de ser hombres, les decían que sólo
están para atender a las mujeres maltratadas. Estas mismas entidades públicas
los remiten a nosotros y han quedado muy contentos quizás porque, al fin,
encontraron a buenos profesionales que, sin cobrar un euro, los escucharon y
apoyaron, ayudándoles, por supuesto, con terapia».
Triana y la Macarena son los distritos de los que
proceden, principalmente, los casos documentados de hombres maltratados. Según
Luque, preguntan cómo denunciar, qué hacer y, esencialmente, cómo arreglar su
situación porque, aunque parezca sorprendente, «ellos sí quieren seguir con la
pareja y mantener el núcleo familiar; ¿que por qué? Pues por varios motivos:
personales, sociales y hasta laborales. Todo cuenta». Relata que estos hombres
llegan derrotados y con vergüenza de tener que contar que son víctimas de
maltrato. No obstante, el buen hacer y la profesionalidad de los expertos que,
altruistamente, trabajan en este centro de orientación familiar les serena.
Oliva Luque constata que en su centro el número de entrevistas está aumentando
desde hace tres años, desde 2008, cuando se reconoció oficialmente la crisis.
En este sentido, añade que no sólo se refiere al incremento de hombres
maltratados, sino a toda la demanda que le llega al centro.
La mayor parte se registra en primavera y otoño. En
2010 fue la mujer, de nuevo, la que pidió la primera consulta con el 51,9%,
seguida por la pareja (el 40,3%) y los hombres (el 7%). El año pasado se
produjo un gran descenso de la problemática de comunicación de la pareja, que
ha pasado de 64 casos en 2009 a 49 en 2010; y, en cambio, se ha originado un
gran aumento de las tensiones entre padres e hijos, que pasó de 21 casos en
2009 a 34 en 2010.Los progenitores llegan exponiendo que el «hijo se les va de
las manos», algo que hace décadas apenas se registraba.
No deja atrás Luque un aumento, pero más moderado, de
los problemas psicológicos-psiquiátricos, que han pasado de 57 a 63 casos en
esos ejercicios. Estas personas nos llegan mediante recomendaciones de otros
usuarios, profesionales y organismos públicos, parroquias, Cáritas y cursos del
padre Navarrete, presidente de la Fundación. Con la crisis y las necesidades
económicas, los problemas de las familias se acrecientan y, por tanto, la
demanda, por lo que Oliva Luque hace un llamamiento a los profesionales
-psicólogos, psicoterapeutas, trabajadores sociales, abogados sexólogos, entre
otros- por si se ofrecen voluntarios a echar una mano y colaborar en esta labor
social y cristiana que la Fundación viene desarrollando desde 1992, año en que
se constituyó en Sevilla.
Sin descartar que los factores externos también
influyen, Luque concluye que la falta de comunicación suele estar en el origen
de los problemas entre parejas, matrimonios y padres e hijos, algo que en los
últimos tiempos está cada vez más a la orden del día.
«No, esto es sólo para mujeres»
Que un hombre maltratado busque un servicio social que
le atienda es como encontrar una aguja en un pajar. Hemos podido comprobar que
no existe. Una llamada al 016, el teléfono de la mujer maltratada, hace
albergar esperanzas, ya que la operadora afirma que «eso lo llevan los
ayuntamientos», por lo que decidimos llamar al 010, el teléfono de información
municipal. Allí dicen que hay un móvil, que nos ofrecen, de una asociación,
pero que «hay que dejar un mensaje para que devuelvan la llamada». Nuestro gozo
en un pozo porque el móvil es de un particular harto de que le llamen que no
tiene dada que ver con dicha asociación. Vuelta a llamar al 010 y allí
confirman que ése es el teléfono que hay y derivan a las Unidades de trabajo
Social de cada distrito. Contactamos con una cualquiera, con la de Triana, y
nos confirman que «no hay atención especializada como tal para el hombre agredido».
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